POSICIONES 12 

Economía Española: El realismo obligado. La hora de la Política.

El crecimiento ha vuelto a la economía española. Desde el verano de 2013, los registros trimestrales arrojan tasas positivas de variación del PIB y el año 2014 es el primero, desde que comenzó la crisis, que registrará un crecimiento interanual positivo, por encima del europeo. Noticias excelentes para una economía tan duramente castigada y que dejan atrás la fase más sombría de lo padecido.

No deben inducir, en todo caso, a un atolondrado optimismo, ofensivo, sin duda, para los muchos que siguen padeciendo las consecuencias más dramáticas de la crisis. Tendría, además, débiles fundamentos.

Alejarnos de las tristes marcas de ser el país con más desempleo entre los avanzados y el más endeudado con el exterior de todo el mundo, en proporción a su renta, llevará tiempo, esfuerzos y sacrificios. Olvidarlo solo puede conducir a una frustración colectiva. Pero tampoco el pugnaz pesimismo es una opción consecuente. Porque está demostrado que, cuando se adoptan medidas apropiadas, las cosas comienzan a cambiar.

La economía y la sociedad españolas han demostrado tener no solo capacidad de sacrificio, sino también de reacción. El objetivo imperioso ahora es crecer con la suficiente intensidad como para que desaparezcan, o remitan significativamente, los gravísimos problemas del desempleo y la fragilidad financiera.

Un crecimiento que, para alcanzar esa doble meta, ha de superar, por un lado, dos tipos de limitaciones de orden económico, que atenazan las posibilidades de desarrollo de la economía española: las secuelas de los recientes desequilibrios y las rémoras que representan algunas deficiencias estructurales.

Y ello, en un marco, por otro lado, sobre el que se cierne la amenaza de dos factores de raíz política: la deslegitimación de las instituciones ante la opinión ciudadana y el desafío secesionista.

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