Flores marchitas en Kabul

Artículo de Araceli Mangas Martín en El Mundo, 20-8-2021

QUÉ LEJOS queda aquella hermosa campaña de 1998 (una flor para las mujeres de Kabul) emprendida por la polvorilla Emma Bonino en marzo de 1998 como comisaria europea al frente de la Oficina europea de ayuda humanitaria (ECHO). Después vino el sorprendente ataque del 11-S en 2001. Ahí empezó todo lo que ahora termina. EEUU se lo tomó con calma –venganza en plato frío–, y su respuesta de legítima defensa, contra lo establecido en la Carta, no fue inmediata sino aplazada.

En compañía del Reino Unido, tres meses después invadió Afganistán y derribó al régimen talibán que cobijaba a Al Qaeda. La ONU legalizó ex post la intervención armada de Estados Unidos y el Reino Unido en la Res. 1386 de 20.12.2001 y autorizó una «Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad».

El objetivo de la ISAF no era una misión humanitaria sino crear «seguridad» para lo que se permitía combatir legítimamente con el fin de erradicar a los grupos terroristas que utilizaban el territorio afgano. Se autorizó una guerra limitada, si bien nunca apoderarse de Afganistán, como de facto hizo EEUU, y esa autorización no era de validez intemporal. El boleto era de ida y vuelta sin mucha pausa. Debieron marcharse hace años, muchos años, pues nunca tuvieron «expectativas razonables de lograr un resultado diferente», como ha dicho Joe Biden.

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