CUADERNOS 3 

Plan y liderazgo. Lo urgente y lo importante en la política frente a la crisis.

No caben excusas. Las causas de la especial intensidad de la crisis en España son propias: deficiencias institucionales previas, excesos del ciclo expansivo y errores de gestión política.

El problema más acuciante hoy es superar la restricción financiera. La solución, contener el gasto público y mejorar la competitividad.

El retorno del crecimiento requiere un programa de reformas intenso y rápido. El tiempo del reformista es limitado.

Una política económica troceada es insuficiente. La gravedad de la situación reclama liderazgo, que es también ejemplaridad, y un plan completo que devuelva la confianza a la sociedad española.

Las noticias sobre la economía española en los primeros meses de 2012 no por esperadas resultan menos devastadoras: la intensa caída del empleo en el último trimestre de 2011 y la vuelta a cifras negativas en la evolución del PIB certifican la recaída. Se abre así una tercera etapa desde el comienzo de la crisis: hasta los inicios de 2010 dominó la recesión, hasta finales de 2011 el estancamiento y ahora de nuevo la recesión. Y eso antes de que las medidas de austeridad del nuevo gobierno hayan reforzado la contracción.

No es extraño que el desánimo o incluso la desesperanza cundan entre los españoles. El estado de ánimo prevaleciente en la ciudadanía forma parte del capital de una sociedad y es un valor importante en sus resultados económicos. El desaliento, la inseguridad en el rumbo emprendido y la falta de confianza en las instituciones o los dirigentes reducen la disposición al esfuerzo, la cohesión y la disciplina, tan necesarias en momentos como los actuales. Si pesan en demasía, la salida de la crisis se retrasará.

Por el contrario, una sociedad esperanzada en que su camino le conducirá a poner fin a las dificultades presentes, estará en condiciones de redoblar sus esfuerzos y acabará antes con los problemas. El retorno de la confianza requiere liderazgo por parte del gobierno, un factor que ha faltado desde el comienzo de la crisis.

El liderazgo, que siempre exige ejemplaridad, debe fundarse en el ofrecimiento de un diagnóstico meditado y claro y un camino de salida, con una propuesta de reparto de esfuerzos y sacrificios que, además de ser eficaz, sea equitativa.

Pero no sólo es responsabilidad del gobierno, también la sociedad civil debe contribuir a conformar la opinión sobre cuál es la política económica necesaria en un debate de ideas imprescindible en una sociedad madura. Tal es el propósito de esta nueva iniciativa de Círculo Cívico de Opinión.

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