CUADERNOS 5 

Por una política presupuestaria más ambiciosa.

En su Documento nº 3 (Plan y liderazgo. Lo urgente y lo importante en la política frente a la crisis), el Círculo Cívico de Opinión sostenía que la presentación del Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2012 era una ocasión propicia para hacer público, por parte del Gobierno, un plan ambicioso y detallado de los cambios de política económica que España necesita imperiosamente; el momento para devolver a los españoles y a los agentes económicos internacionales la confianza en que las autoridades conocen todos los pasos que hay que dar para alcanzar el ajuste, primero, y emprender después, resueltamente, el camino de la recuperación. En suma, “Plan y liderazgo” para la economía española. No ha sido ésa la estrategia elegida.

UNA OCASIÓN PERDIDA: LOS PRESUPUESTOS DE 2012

El Proyecto de presupuestos para 2012 presentado a finales del pasado mes de marzo resultó tener un alcance limitado, como si se tratara de los presupuestos correspondientes a un ejercicio normal. El mismo retraso en presentarlo había hecho esperar que se diese a luz un texto más ambicioso y acabado. De ahí la decepción. El trámite parlamentario no ha modificado un ápice su realidad ni nuestro diagnóstico.

Un documento con mermada credibilidad

Es cierto que los Presupuestos proponen una línea exigente de consolidación fiscal en dos etapas, con arreglo a lo pactado con las instituciones europeas, que debe reducir el déficit desde el 8,9% del PIB de 2011 al 5,3% en 2012 y al 3 al año siguiente. La aceptación explícita de la disciplina europea –algo que nunca debió discutirse- es su mayor virtud.

Sin embargo, aunque la cifra de déficit se refiere al conjunto de las Administraciones públicas españolas, no se dice nada de cómo contribuirán a esa reducción las Comunidades autónomas, causantes de llamativas desviaciones en la senda de consolidación durante el último año. Eso significa que allí no se habla de gastos tan importantes y sensibles en el saldo presupuestario como la sanidad y la educación. Además, no aparece la menor indicación de qué se va a hacer en 2013 para conseguir la segunda fase de consolidación.

No puede sorprender, por tanto, que la credibilidad del documento haya sido efímera: apenas duró una rueda de prensa. En menos de dos semanas tras la presentación del Proyecto, los mercados financieros internacionales hicieron patente su extrema desconfianza. La prima de riesgo escaló con fuerza y los precarios equilibrios financieros se desplomaron, hundiendo la Bolsa. El propio Gobierno reconoció y suscitó dudas, enmendando el Proyecto sin solución de continuidad tras aprobarlo. En unos pocos días planteó la necesidad de recortar en otros 10.000 millones de euros el gasto público, precisamente en sanidad y educación. En mayo fue la Comisión europea quien volvió a sembrar dudas y reclamar un esfuerzo adicional.

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