La nación catalana: un mito

Artículo de Jordi Canal, en El Confidencial, 11/11/2023.

No hay buenos y malos nacionalismos, como muchos piensan en España. Todos los nacionalismos, de derechas o izquierdas, centrales o periféricos, más o menos populistas, son peligrosos e incuban violencias.

Los nacionalistas catalanes están obsesionados desde siempre por lograr el reconocimiento de Cataluña como nación. El tema ha vuelto a reaparecer en las opacas y vergonzosas negociaciones entre el PSOE de Pedro Sánchez, por un lado, y, de otro, el prófugo y expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su corte de los milagros de Junts. Si al final no se integra este tema en el acuerdo de amnistía a cambio de nuevo gobierno, ya que ahora lo urgente es salvar política y económicamente a los que se saltaron la ley, malversaron y protagonizaron un golpe de Estado en 2017, se volverá a plantear en breve plazo. Sigue sorprendiendo que entre todos no hayamos aprendido que el nacionalismo catalán es y seguirá siendo insaciable, perverso y desleal. No hay buenos y malos nacionalismos, como muchos piensan en España. Todos los nacionalismos, de derechas o izquierdas, centrales o periféricos, más o menos populistas, son peligrosos e incuban violencias.

En la conferencia que el inefable Puigdemont pronunció en Bruselas el 5 de septiembre pasado, con la voluntad de identificar algunos de los supuestos elementos del conflicto entre Cataluña y España —seguramente resultaría mucho más útil empezar por ver el conflicto fundamental, esto es, entre catalanes y catalanes—, caracterizaba de la manera siguiente uno de ellos: «Cataluña es una nación, una vieja nación europea, que ha visto atacada su condición nacional por los regímenes políticos españoles desde 1714, por lo que ve en su independencia política la única manera de seguir existiendo como nación». La apelación a la historia resulta nítida, con la sacrosanta fecha de 1714 siempre en el lugar central. El problema de la frase es que todo en ella es falso: ni Cataluña es una nación, ni menos todavía una vieja nación europea, ni tampoco ha tenido nunca ninguna condición nacional.

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